La sonrisa de todos quienes voltearon a verla
La flor del cerezo que en su seno crece
La sartén que tomo por el mango, o que a mí me toma
La mujer que así, conmigo, es anciana y niña siempre
El rubor aquí y allá cuando lo tomo de la mano
El cariño de sus labios frente a mi suspiro
El mundo que se deshace cuando caminamos juntos
El hombre que para mí borra los horizontes
La ternura de una ardilla y un conejo
El calor de un oso cuando abraza a otro
La norma que al acariciarla me quema las manos
El roce con que cruzo las puertas de un armario
La partida de su voz
El encanto a su ausencia previo
Me enamoro de los dos
Pero dicen que no los entiendo
Y entonces me quedo sólo
con mi colección de amores,
de amores ya terminados,
de amores que nunca empezaron.
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