jueves, 31 de octubre de 2013

Colección de amores

La sonrisa de todos quienes voltearon a verla
La flor del cerezo que en su seno crece
La sartén que tomo por el mango, o que a mí me toma
La mujer que así, conmigo, es anciana y niña siempre

El rubor aquí y allá cuando lo tomo de la mano
El cariño de sus labios frente a mi suspiro
El mundo que se deshace cuando caminamos juntos
El hombre que para mí borra los horizontes

La ternura de una ardilla y un conejo
El calor de un oso cuando abraza a otro
La norma que al acariciarla me quema las manos
El roce con que cruzo las puertas de un armario

La partida de su voz
El encanto a su ausencia previo
Me enamoro de los dos
Pero dicen que no los entiendo

Y entonces me quedo sólo
con mi colección de amores,
de amores ya terminados,
de amores que nunca empezaron.

sábado, 12 de octubre de 2013

El confidente

Soy un árbol. Uno de aquellos en pequeños cerros a los que acude la gente para contar un secreto. A mis agujeros les han dicho uno por cada estrella, y me han cubierto con el barro del silencio para que no los fuera a soplar al viento. Lo que no saben es que yo los recuerdo seguido, que me los cuento para soportarlos, y para hacer frente a tanto dolor.

En mis ramas crecen las historias y mis flores tratan de narrarlas, pero nadie las escucha: sólo yo puedo permitirme tocar cada tema, cada hoja en la que alguien ha escrito, inmortalizando para tratar de olvidar. Mis raíces se alimentan de los sueños, los deseos, los temores: los recuerdos y los momentos habituales, la cicatriz que después llega para distinguirlos.

Entre tantas marcas, una me salta a la vista. Qué digo: a los sentidos, a todos. Es la pequeña sutura en mi piel rugosa que revela las vidas de un hombre y de una mujer que se cruzaron en un punto para no volver a encontrarse. Se separaron y pasó el tiempo; después trataron de tomar cada uno un tren con el mismo destino. En su paso por las vías y las estaciones no volvieron a verse, por más que se tuvieron en frente. Tren tras tren, vagón tras vagón: es lo que pasa con el amor a destiempo, con los corazones detenidos que como relojes rotos no podrán sincronizarse más.

Soy un árbol sorprendido por aquella visita. El hombre y la mujer han venido ambos a regalarme su historia, a deshacerse de ella. En un instante, han estado cara a cara a mi lado y no se han visto; parece que se han olvidado por más que se piensen, y la lluvia que nos moja no detiene al barro que lo oculta todo.

Soy un árbol castigado por ellos, obligado a vigilar los recuerdos que se ciñen sobre mí, que me invaden por ahora y hasta que un rayo de luz se filtre por un agujero en mi corteza, una ventana en la memoria que les cuente su propia historia, para que no vuelvan a olvidar. Hasta que los tiempos sean un tiempo, mi tiempo, su tiempo, como un solo reloj latiendo. Hasta que las gotas de arriba arrastren al suelo el barro, y los sólidos sean vueltos líquidos. Hasta que yo caiga y deje a todos salir, aunque nadie, nadie, pueda pelear contra el tiempo y ganar la batalla.

Soy un árbol. Uno de aquellos en pequeños cerros a los que acude la gente para contar un secreto. Y tú, tú serás mi confidente: el confidente de todos.

lunes, 7 de octubre de 2013

Declaración de las voces #1

Las voces nos hemos reunido para conversar de nuevo. Decidimos que hemos sido muy ingenuos. Lo anterior es tajante, si bien:
  1. Es momento de conocernos a nosotros mismos.
  2. Podemos llegar lejos usándonos sólo a nosotros mismos y a lo que sabemos de nosotros como herramientas para conocernos.
  3. No podemos forzarnos a escoger algo, porque no hay que tomar una decisión. Creer que sí es introducir otra circunstancia artificial que sólo complicaría las cosas.
  4. Hemos avanzado y dado pasos grandes en el proceso (interminable) de conocernos.
Sin embargo:
  1. Estamos en una situación complicada, totalmente distinta de cualquier circunstancia que hayamos conocido en la vida. Esto hace más difícil la búsqueda de nosotros entre nosotros y por nosotros.
  2. Las voces hablan, pero el cuerpo también, la mente también. Muchos más sujetos aparecen aquí y no sabemos cómo interpretar todas las señales que nos encontramos.
  3. Buscar conocernos más implica que algo desconocemos, y en ese algo puede estar la propia forma de conocernos (más adecuadamente).
En suma, nos hemos decidido a conocernos y es un gran paso, pero carecemos de las herramientas necesarias para hacerlo de la mejor manera: no nos conocemos lo suficiente para conocernos tanto como podríamos. Es por eso que decidimos ser acompañados.

Con esto buscamos entender qué más nos pueden decir los afectos, los deseos, las sensaciones que revolotean y pasan por nosotros. Frente a la posibilidad de lo cómodo y bello (y también bello por cómodo), se nos abre también un camino con pretensiones trascendentales. ¿Son excluyentes entre sí? ¿Por qué habrían de serlo? ¿Qué es y qué no es un espejismo aquí? Hay muchas preguntas para nosotros, muchas preguntas que para ustedes no tendrán sentido, no tendrán nuestro sentido. Por ahora, no nos pregunten: ya nos estamos preguntando nosotros mismos.

Por lo pronto, la barra de xocolate ya casi se termina. Habremos de encontrar más si queremos que nuestro corazón sobreviva esta temporada.

domingo, 6 de octubre de 2013

Quisiera decir mucho

Quisiera decir mucho, quisiera decirte mucho.

Lo primero que quiero decirte es que te extraño mucho, que extraño tu compañía, que extraño compartir los espacios. Que extraño ir a tu casa y que la señorita linda del servicio de seguridad no me pregunte adónde voy, aunque según yo para estas alturas ya cambió la gente que trabaja ahí. Extraño ir y poder comer quesadillas (extraño a Dios), sentarme al lado de tus xadres y charlar con ellxs por horas. Me dolió mucho no poder acompañarte cuando tus amigos fueron a cenar.

Estoy haciendo un viaje. Un viaje que para hacerse me ha obligado a tirar cosas por la borda, y creo que no pocas. Estoy haciendo un viaje en que enfrento mi miedo al vacío, y me veo cara a cara con la soledad. La soledad, quien ha resultado ser mi compañía.

No lo tomemos (a) mal, la soledad puede ser una gran compañera. La soledad me invita a amar tanto como yo necesite. He tocado la puerta de su casa y me ha abierto; me ha invitado a pasar.

Soledad, aquí estan mis credenciales.
Vengo llamando a tu puerta, desde hace un tiempo.
Creo que pasaremos juntxs temporales;
propongo que tú y yo nos vayamos conociendo.

Quisiera decirte mucho, pero tendrá que ser sin palabras. Si con miradas no entiendes, no podré ofrecerte más. La ambigüedad es destino, destino nuestro y de partituras entintadas: de palabras otras y de palabras a secas. Si lo quieres, tendrás que buscarme en lo que no diré.

Aquí estoy; te traigo mis cicatrices:
palabras sobre papel pentagramado;
no te fijes mucho en lo que dicen;
me encontrarás en cada cosa que he callado.

Quisiera decirte mucho, porque duele; duele mucho todo. Hoy es 6 de octubre; cumpliríamos seis meses. ¡Mentira! Seguro serían años, años. Pero quien va de mi brazo, de la mano conmigo, es quien callada me recuerda mi condición (de sujeto en ella, de sujeto en soledad).

Ya pasó, ya he dejado que se empañe
la ilusión... de que vivir es indoloro.
Qué raro que seas tú quien me acompañe, soledad,
a mí que nunca supe bien cómo estar solo...

Pero tengo que aprender y hay muchas lecciones aquí. ¡Pienso tantas cosas! Juego a no preguntarme, para obtener una respuesta, pero en ese mismo juego creo que preguntarme (incluso por la respuesta) puede ser una herramienta útil, siempre y cuando sepa que las fotografías que tomo para contestar se vuelven negativos de pasados, instantáneas de pedazos muy pequeños de mi entendimiento.

Soledad, aquí están mis credenciales.
Vengo llamando a tu puerta desde hace un tiempo.
Creo que pasaremos juntxs temporales;
propongo que tú y yo nos vayamos conociendo.

No es fácil. Claro que no. He escuchado una y otra vez que esto es parte de crecer. Lamento las formulaciones, pero la idea de fondo tiene mucho de cierto; es así como dejo que se empañe la ilusión de que vivir es indoloro. Lo asumo y trato no de ser fuerte pero sí consistente, y así continúo con mi viaje.

Ya pasó, ya he dejado que se empañe
la ilusión... de que vivir es indoloro.
Qué raro que seas tú quien me acompañe, soledad,
a mí que nunca supe bien cómo estar solo...

He pensado una y otra vez (desde los momentos teenage-angst que creyeron ser post-teenage-angst) que no es lo mismo estar solterx que estar solx. He creído que hay que aprender a estar solterxs, a disfrutar nuestra condición de no acompañadxs (que en realidad es una condición de "acompañadxs de otra forma"). Justo ahora creo que lo que me toca es aprender a estar solo, no soltero. Y a estar acompañado, sí, de otra forma.

Qué raro que seas tú quien me acompañe, soledad,
a mí que nunca supe bien cómo estar solo...

Y entre tanto, quisiera decir mucho, pero no sé cuánto sea prudente decir. Quisiera decirte mucho, pero creo que por ahora me quedaré queriendo (y que por ahora me quedaré queriendo).

viernes, 4 de octubre de 2013

Quisiera decir muchas cosas

Quisiera decir muchas cosas. Quisiera decirte muchas cosas.

La primera es que volvió a cambiar la empresa del servicio de seguridad del coto. Tenía una tasa de rotación de personal muy alta, así que las personas con las que me iba encariñando desaparecían de mi vida de un día para otro. (¿Habría de ser eso un preludio a que otras cosas que yo amo se fueran?) Por lo pronto, puedo decir que me da gusto haber hecho sonreír a varias de esas personas. Me da gusto haber hecho que me conocieran y reconocieran, que me vieran salir tarde para ir a clases y nos saludáramos con gestos lindos, con repetidas pero siempre nuevas sonrisas.

Extraño en especial la sonrisa amable, maternal incluso, de aquella mujer que nos dejaba pasar a deshoras, que jugaba a la complicidad inocente con nosotrxs. Morena, bonita. Luego de que ella se fue, llegó otra, una pequeña gordita que me sonreía ampliamente. Tiendo a creer que sus ojos eran verdes o azules, pero de un tono más bien oscuro, quisiera decir que sincero. Nos veíamos de día cuando yo salía apurado, y de noche cuando llegaba ya muy entrada la oscuridad. Parecía que trabajaba todo el tiempo sin parar.

También voy a extrañar al sujeto conflictivo. A ése que casi nos corre; qué cosas. A ése que nos había tomado cariño también a nosotrxs. A ése que no sabía que no nos volvería a ver caminar juntxs por aquí en meses, si es que volviéramos a hacerlo. A ése que yo no sabía que en semanas no volvería a ver.

Quisiera decir muchas cosas, porque muchas cosas han cambiado. Y porque muchas no van a cambiar.

Dice Alina que yo siempre lxs voy a extrañar. El aprendizaje estará en situarlos correctamente en mi biografía, que es trabajo bastante intenso. Y es importante: mi biografía no para de ser escrita.

Pareciera que estos días estoy llevando una materia intensiva sobre mí mismo. Lo más raro es que ni siquiera puedo faltar a clase, o ignorar al profesor mientras hago otra cosa... No puedo escapar de mí mismo: ya no.

Una trivialidad que quisiera contar es que siento como si hubiera una lista de personas regadas por ahí a las que les interesaría estar conmigo (personas que no me conocen mucho, personas que no he abrazado), pero que no moverían un dedo en esa dirección. Qué interesante es pensar que proyecto algo que las mantiene lejos en esa dimensión, si es que existen. Es como si tuviera un letrero de "hey, estoy ocupado", aunque charlando he llegado a la conclusión de que eso quizá favorecería que alguien se animara a intentar, irónicamente.

Una parte de mí quiere que pierda el control, me emborrache y me meta con quien pase en frente. Yo no soy así. Jairo me hizo una pregunta interesante: si yo planeara perder el control, y lo "perdiera", ¿realmente habría "perdido el control"? Sea como sea, no lo haré. No me emborracharé. No me meteré con quien pase en frente. Y si me emborrachara, no pasaría lo último. Bueno, a menos de que quisiera que alguien se callara. Ya sabemos que ebrio soy capaz de besar para cerrar bocas. #QuéTerrible

Supe por Roberto que no dormir por estar trabajando es una causa de cáncer. La fuente es 9-GAG, pero igual me golpeó el dato: renuncié a trabajar por lo menos por un mes. Estoy impactado y tratando de reconfigurar mis hábitos para tener una vida más saludable. ¿Te fijas cómo siempre estoy en pugna por tener una vida más saludable de alguna manera?

Quisiera decir muchas cosas, pero no sé cuánto sea prudente decir. Quisiera decir muchas cosas, pero por ahora me quedaré queriendo.

jueves, 3 de octubre de 2013

Exploración del cuerpo #2

Se diría de los cuerpos que nos atan. Que son lo primero que nos mantiene anclados al pasado, pero también a vivir el momento.

Se diría de los cuerpos que no son más que repositorios. ¿De qué? De sensaciones, de sentimientos, de vómito acumulado. De almas. ¿Cuáles almas?

Se diría de los cuerpos que los somos y que los tenemos. Se diría que no estaban antes, ni estarán después, que nosotros.

Se diría de los cuerpos mucho, pero no sé qué decir sobre el mío.

Sé que lo quiero. Sé que justo ahora pocos más me acompañan en un viaje que puede sentirse frío. Sé que él siempre está.

Sé que es hora de pensar en él. Que es hora de dormir.

Exploración del cuerpo #1


Pocas constantes hay como el cambio...


La seriedad. El peso.
Los ojos que ven.
Los ojos que quieren ser vistos.
La intensidad. Arquear las cejas encima de sí.
Claroscuro.
¿Qué quieres decirme con tu silencio?


La compañía. Lo duradero.
Lo eterno. Lo perecedero.
Tu rostro en mi piel.
Los miles. El dolor.
La memoria, nunca olvidemos.
Aquello que nos hace distintos.
El gran salto que damos.
Cómo cambia el deseo... Si nada le pides.


La mirada que se escapa.
Los ojos que ya no te ven.
Los ojos que ya no ves (verte).
El rostro cada vez más y más añejo.
Las arrugas que se van marcando.
Las marcas que no se van.
El lado derecho. El lado izquierdo.
Dios-diablo. Abraxas.
El vello, apenas.
Las penas.
El cabello sucio, descuidado.
La casa. ¿Dónde?
La liga que se rompe porque nunca estuvo.
Las palabras, casi al azar, pero no. Nunca.


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Soy un ojo. Te muestro el mundo como sólo yo puedo verlo. Caigo y me levanto con los (otros) cuerpos que se caen y se levantan. Me libero de toda tiranía, menos la mía. Descifro un mundo desconocido.

martes, 1 de octubre de 2013

De besos rotos y pedazos de xocolate

Mi cuerpo se levantó de la cama, pero yo no. Quizá por eso no podía ver bien al principio y casi todo aparecía borroso. Fuera como fuera, pasé todo el día en un extraño letargo.

Cuando regresé a casa, bajé las escaleras cargando algo que no podía ver por completo, algo que provocó un accidente. Por la torpeza del sopor me llevé al suelo los besos. Sí, los besos que estaban en la pared. De los tres sólo quedó uno: el más pequeño; los otros labios se hicieron pedazos, en un gesto de rechazo de las materias a las energías, de la atracción al ósculo.

Con ellos, una parte de mí también se rompió. Y llevaba rato ya sintiendo cerca las lágrimas. Llevo rato ya, pero no llegan ni se van. Me siento como en un limbo gris de las emociones.

De pronto, recuerdo la joya que está en mi mochila. Trato de sacarla de su envoltura con sumo cuidado: adentro hay un tesoro, un manjar de los dioses para el disfrute de los hombres. Yo soy un hombre; la inferencia se hace sola y en mi boca se hace y deshace el gusto dulce del xocolate. Del xocolate que viene bien en los mejores y los peores momentos en los laberintos de unx mismx. No puedo más que sonreír, y sonrío, sonrío, sonrío.

¿A veces hay historias sin historias? Trato de armar el rompecabezas, pero no toco las piezas. En algún lugar están guardados los trozos de aquellos besos, esperando que los reúna, o que algo los separe definitivamente. Ahora el xocolate se deshace en mi boca, en mis labios. Lo muerdo y lo saboreo para aferrarme al abrazo que viene con él.

Lo que me falta es grande, lo que tengo es vasto. Supongo que a veces hay días en que la tristeza es crónica, en que el cielo parece reclamarte a gritos algo que no entiendes porque ruge mucho. Pero aun esas veces alcanzo escuchar una voz empujando para seguir. Y no siempre, no, no siempre, esa voz es mía.

Creo que lo mejor que podré hacer será dormir por largo rato.