Los hombres son idiotas. No lo dije yo... primero. Lo escuché en una conversación de autobús, donde una chica le contaba a su amiga la traición de su hombre-ligue.
Retomo que los hombres son idiotas para hablar de hombres-historias. Para hablar de hombres que tienen sexo con hombres, para hablar de hombres que no tienen sexo con hombres. Retomo que los hombres son idiotas para hallar hilitos detrás de la Masculinidad con mayúscula y de masculinidades con minúscula. Retomo que los hombres son idiotas para olvidarme de la dicotomía entre lo trivial y lo que se dice trascendente.
Retomo que los hombres son idiotas porque no me libro de serlo, ni me libro de sus privilegios o sus maldiciones. Porque como idiota me declaro inepto para hablar sobre los propios hombres, pero como hombre me presumo sobrio para hablar sobre idiotez ajena.
jueves, 30 de octubre de 2014
lunes, 13 de octubre de 2014
"Los hombres son idiotas" III: prolegómenos a una memoria de los micro-romances
Disclaimer:
A veces me dan ganas de ser tu novio.
Luego recuerdo que el amor romántico y
el noviazgo llegan a reproducir la estructura heteropatriarcal y
capitalista de la familia como aparato ideológico del estado y se me
quitan las ganas.
0
Miré la lista y con sorpresa noté que
su longitud no había crecido mucho, ni poco, quizá. Me di cuenta de
que no sólo le gustaba a las cuatro idealizaciones, sino al menos a
tres de los idealizados.
I
Habré querido ser muy puta al
principio, pero al final soy la tía buena onda que no cocha con
nadie y que todo el mundo busca para contarle sus males de amores, de
micro-romances que pasan por romances hechos y derechos: hechos y
des(h)echos.
No sabes la cantidad de hombres que
llegan y que al instante se dan cuenta de que conmigo no va por donde
buscan con los demás. En ese momento la puta se convierte en la tía
buena onda. Uno de los más recientes me preguntó por mi ex novio
sin saber que era mi ex novio. Acordamos que a ambos nos provocaba
intensas intenciones homoeróticas, revelé que era mi ex novio y no
volvimos a tocar el tema en la conversa.
II
Estoy a punto de pagar. Él tiene un
problema y lo están atendiendo. Lo veo. Es muy guapo. Extrañamente,
seguro, es heterosexual. Se da cuenta de que lo veo. Me acerco más a
la caja. Terminan de atenderlo. Voltea. Lo miro irse. Me mira
mirarlo. Se detiene. Voltea hacia mí. Me mira fijamente. Lo miro a
los ojos. Pasa un infinito incontable en segundos. Sigue mirándome.
Desvío la mirada. Se va.
III
Siempre que voy a ponencias sobre
nuevas masculinidades, me pongo a bordar. Mi amigo expositor no
olvida mencionar la historia del homosexual que dice que por ser
homosexual adquiere el derecho de aprender a bordar, y todos se ríen
de mí.
Al final de la última ocasión, un
sujeto regordete y muy formal se acercó para abordarme. Me felicitó
por no haberme pinchado el dedo ni una vez, y expresó su sorpresa
porque yo no usara un dedal: toda su familia ha usado dedal. Interpreté que su familia
nunca se desprendió del chupón, pero después de su (posible) intento de seducción, el regordete se despidió y se fue con
quien asumo que era su novio.
IV
INT. TIENDA DE ROPA CAPITALISTA PARA
CHAVITO CON CONCIENCIA, TARDE.
Cuando llegué a la fila los miré,
pensando que serían una pareja. Me formé y luego me di cuenta de
que uno de los dos me observaba a la distancia. Fijé la mirada: lo
reconocí. Charlamos por un momento.
ÉL
Ay, hay que vernos luego. Todavía te
debo un café.
YO
No, en realidad todavía me debes
cincuenta pesos que quisiste pagar invitándome un café.
V
Que un guapo-normativo te invite
directo a su cama y lo rechaces por tiempo no tiene precio.
VI
-Neta, despertar contigo es muuuuuy
rico.
-No lo creo; yo lo hago todos los días
y se siente fatal.
VII
-¿Y tú tienes mucho pegue?
-Siempre hay gente desviviéndose por
la pedantería.
VIII
Te vi en otro hombre más pequeño y
más joven.
(Olvidé qué texto iba a escribir con
esta idea.)
IX
Justo hablábamos de salir del clóset
(También lo olvidé. Puede que esta
idea haya sido la misma que la anterior.)
X
Otro elhombremásguapodelmundo pasó a
unos metros de mí. Lo perdí para siempre; fue bonito mientras duró.
Entonces Camila me contó su teoría sobre los micro-romances y cómo
estos llenan la vida de todo mundo. Abracé mi corazón, micro-roto.
XI
Llegamos a la fonda para comer, y en un
local aledaño estaba él, con sus espantosos lentes y su encantadora
y normativa barba. Me senté estratégicamente para verlo y para ser
visto por él.
Sus estúpidos lentes nunca me dejaron
saber si él me miraba de vuelta: el sol los golpeaba en un ángulo
que no me permitía alcanzar sus ojos. En realidad nunca hubo
estrategia de mi parte, sino táctica: dice De Certeau que la táctica
es la que jugamos quienes jugamos en cancha ajena, con árbitro y
reglas en contra. Micro-romances, dos; yo, cero.
XII
Ni para qué contarlo, pero el cajero
en el supermercado al final ya no me devolvió la mirada.
Micro-romances, tres; yo, cero.
XIII
Me dijeron que en el jardín de Las
Rosas los hombres besan en los labios a los hombres. Me siento en una
banca, frente a los lentes oscuros de un maricón dibujante. Esta vez
hay una diferencia: los lentes no me impiden saberme mirado. ¿Será
que me está dibujando? Abro las páginas de Los recuerdos del
porvenir y entre sus palabras
recojo el guiño discreto de la mirada del otro.
Cuando
ya no puedo con la duda, llegan él y ella a sentarse a mi lado, pero
sin hablarme. Les miro y escucho su conversa: hablan de mi mirada, no
la de mis ojos, sino aquélla de los ojos que se posan sobre mí. Me
está dibujando, dicen. La duda se contagia en las miradas a las
miradas, y ella decide caminar con discreción para saber lo que
presumimos sabido, porque la duda es muchas veces la pregunta
disfrazada de respuesta.
Pero
vuelve y ahora sabemos por el papel vacío de mí que la visión
materializada no es la mirada prevista. Se rompe el conjuro de Las
Rosas, las páginas aplastan a las páginas, y todas las miradas se
quedan mirando a las miradas en otro recuerdo no vivido.
martes, 7 de octubre de 2014
Parezco ardido 1 (reset)
A veces quisiera decirte que te olvides de todas las cosas bonitas que se me ha ocurrido decirte recientemente. Igual, pienso que están en un último espacio en la separación de residuos, al lado de los platos, que ahora se depositan en lo que pareciera un bote de basura.
I could hold, your beautiful hands
And kiss, your beautiful eyelids
Throw open, your beautiful doors
And phone, your beautiful friends
But it's all over
Quisiera inventarme otra poética, no para hablarte, sino para escucharme. La verdad es que te he archivado en el símbolo y ahora quiero hacerlo en la práctica. Si no puedo acceder a tu conversación, ¿para qué quererla? Falta no nos hacemos. Es la insistencia de lo ausente lo que aparece como un anzuelo que muerdo seguido.
A veces sí quisiera llenarme de olvido de ti: no porque los silencios cómodos se hicieran a un lado por los incómodos, sino por los incómodos reemplazados por los insoportables. La ausencia de la presencia no es el conflicto: el conflicto es la presencia de la ausencia. El olvido es una forma de silencio. Cuánta falta nos hace un poco de memoria y un mucho de olvido.
I could bind, your beautiful wrists
And shut, your beautiful eyes,
With the drugs, with the drugs, with the drugs
And kick, your beautiful doors in
Oh shame, on your beautiful friends,
'Cause it's all over
La retórica de las puertas cerradas no me basta. No te basta. Miro de frente que miras de reojo. (¿Miras de frente que miro de reojo?) Espejeando las voces te observo observarme. Fumo un cigarro y me sé, y al saberme sé que no sé fumar y que no fumo ningún cigarro. De tu boca que no expulsa nada sale una viñeta, algún globo de cómic vacío, algún globo vacío de cómic.
Al fin y al cabo, uno no caga por delante donde come por detrás.
I could fight, your beautiful words
And mourn, your beautiful loss
Throw me out, of your beautiful lifestyle
And call, your beautiful name,
It's all over
'Cause it's all over
Y de nada sirven las palabras vacías si nadie las escucha. Si quien las profiere se ha quedado sordo primero, entre tanto cansancio de ansias y coraje de miedos. El último lugar de la resistencia es este silencio, o la decisión sobre el cuándo -nunca el qué- de los silencios finales.
Hace frío. Me pongo la bufanda de rayas que no combina con la camisa a cuadros y me quedo dormido en frente de estas palabras, de las hermosas palabras, de las hermosas pérdidas, de los hermosos nombres. Ni cómo mandarnos al carajo, como si no estuviéramos ahí ya.
(Me duermo en mí mismo.)
I could hold, your beautiful hands
And kiss, your beautiful eyelids
Throw open, your beautiful doors
And phone, your beautiful friends
But it's all over
Quisiera inventarme otra poética, no para hablarte, sino para escucharme. La verdad es que te he archivado en el símbolo y ahora quiero hacerlo en la práctica. Si no puedo acceder a tu conversación, ¿para qué quererla? Falta no nos hacemos. Es la insistencia de lo ausente lo que aparece como un anzuelo que muerdo seguido.
A veces sí quisiera llenarme de olvido de ti: no porque los silencios cómodos se hicieran a un lado por los incómodos, sino por los incómodos reemplazados por los insoportables. La ausencia de la presencia no es el conflicto: el conflicto es la presencia de la ausencia. El olvido es una forma de silencio. Cuánta falta nos hace un poco de memoria y un mucho de olvido.
I could bind, your beautiful wrists
And shut, your beautiful eyes,
With the drugs, with the drugs, with the drugs
And kick, your beautiful doors in
Oh shame, on your beautiful friends,
'Cause it's all over
La retórica de las puertas cerradas no me basta. No te basta. Miro de frente que miras de reojo. (¿Miras de frente que miro de reojo?) Espejeando las voces te observo observarme. Fumo un cigarro y me sé, y al saberme sé que no sé fumar y que no fumo ningún cigarro. De tu boca que no expulsa nada sale una viñeta, algún globo de cómic vacío, algún globo vacío de cómic.
Al fin y al cabo, uno no caga por delante donde come por detrás.
I could fight, your beautiful words
And mourn, your beautiful loss
Throw me out, of your beautiful lifestyle
And call, your beautiful name,
It's all over
'Cause it's all over
Y de nada sirven las palabras vacías si nadie las escucha. Si quien las profiere se ha quedado sordo primero, entre tanto cansancio de ansias y coraje de miedos. El último lugar de la resistencia es este silencio, o la decisión sobre el cuándo -nunca el qué- de los silencios finales.
Hace frío. Me pongo la bufanda de rayas que no combina con la camisa a cuadros y me quedo dormido en frente de estas palabras, de las hermosas palabras, de las hermosas pérdidas, de los hermosos nombres. Ni cómo mandarnos al carajo, como si no estuviéramos ahí ya.
(Me duermo en mí mismo.)
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