martes, 23 de agosto de 2016

Tengo ganas

Tengo ganas de escribir.

Tengo ganas de escribir sobre la vez que un desconocido del todo me acogió en su piso en Madrid y me contó sobre la Radical Gai y como la cofundó. Tengo ganas de recordarlo, de recrearlo encendiendo un cigarro para contarme una larga historia. Ganas de pensarlo diciéndome que quería leerla cuando yo la escribiera.

Empezamos a hablar por grindr pero rápidamente pasamos a whatsapp. Él, profesor de sociología, me contactó por una curiosidad cuir en mi descripción anti-misógina en mi perfil de grindr. Nuestro interés fue teórico al principio, y luego yo le pedí asilo sin que mediara un ápice de coqueteo. Hace unos meses perdí todas mis conversaciones de whatsapp y ahora me esfuerzo en reconstruir historias que más bien me invento.

Me pregunto cómo conocí a Miguel --otro personaje--, y el apellido en su contacto delata ese origen: Bender (otra red como grindr). Lo curioso es que antes siquiera de intercambiar números él eliminó la aplicación harto de la misoginia ahí (?). Me reconoció en la manifestación feminista del 8 de marzo y quedamos una sola vez, por la noche, para pasear. ¿Qué fue lo que sucedió que apenas puedo recordar que fue raro pero lindo? Ninguno invitó al otro a pasar la noche; sin embargo, la despedida se extendió y se extendió.

Un escritor me dijo que él llevaba una vida muy normal y que tomaba las historias de otros como su materia prima para novelar. Yo no soy un escritor y sin embargo no tengo una vida normal: mis propias historias son mundos enteros por escribir. No me interesa hacer novelas, pero tengo ganas de escribir.

flujo de conciencia me dicen que le dicen a lo que hizo James Joyce en algún lugar del Ulises sin puntuación escribiendo así como pensamos que parece que no puntuamos pienso mientras escucho el bolero de Ravel para escribir porque es lo que escucho cada vez que un viaje inicia y escribir es todo un viaje no por uno mismo como si tal cosa como uno mismo existiera qué chingadera más bien un viaje por lo que me pasa por los dedos y por cómo me deslizo por ellos

Asociación libre, prefiere nombrar mi querido, porque eso de la conciencia está muy out, como la libertad, como la reflexión, como la representación. Pienso a veces que los (psico)analistas se empeñan en que las palabras signifiquen algo que no significan, pero quizá es más bien que ellos escapan a los significados tramposos que han sido tendidos en algunas palabras. Escribir es ese reto de producir algo con ellas, con esos elementos de los diccionarios de incomprensiones como el que escribe Kundera en su insoportable y entrañable novela.

Tengo ganas de escribir y los recuerdos se me escapan. Tendré que cortar, copiar y pegar como hace aquel muchacho que me confronta. Aquel que escribe la biografía de su abuelo escuchando las historias de las vidas de otros abuelos. Que descubre que esas historias parecieran la misma historia. Tengo ganas de escribir y voy a pedirle a mi abuela su propia historia.

Hoy empiezo.


domingo, 24 de julio de 2016

Cambio de casa, cambio de cama

I
Estoy en el autobús, detenido por el semáforo rojo. Tardo en darme cuenta de que ese ritmo al que todo mi cuerpo se mueve espasmosamente no es el del latir, sino el del motor de un autobús que se acompasa ansioso a mí.

II
Estamos cruzando las vías del tren. No vemos que viene muy cerca. No sé si regresas por mí. Entonces, el tren va a aplastarnos.

III
El sol. Me despierto y tú te levantas de la cama para vestirte y cambiar de habitación.

El sol. Vuelves a la cama y me levanto a vestirme para cambiar de sitio.

IV
Si A lastima a B y entonces B lastima a A... ¿se puede decir que A es el único culpable del sufrimiento de A?

V
Vuelo a la cama por el frío de la noche. Me abrazas. Te aplasto. Me acaricias. Te presumo. Me rechazas. Te rechazo. Salgo de la cama por el frío de la noche.

VI
La pregunta es una herida que se abre, grande. Y la pregunta no es qué hacer justo ahora, sino tal cual qué hacer.

No quiero seguir viviendo con el frío. Por eso tomo este autobús que se acompasa, ansioso, a mí.

viernes, 22 de julio de 2016

Dice que no sabe

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe
 Te escribo ahora para volver a escribirte, aunque ahora no tenga idea de qué escribir. Que conste que aquí empiezo.

martes, 29 de marzo de 2016

Primaveras

I

Don't sit under the apple tree with anyone else but me, with anyone else but me, with anyone else but me...

Mira por la ventana. Parece que las primaveras se caen. Que ahí donde no hay hielo no llegan: que falta procurarlas mucho más. Parece que las primaveras a algunos les caen encima y se convierten en inviernos, que lo que unos dicen es lo que otros tratan de olvidar.

Me pierdo entre canciones que son como ruidos. *Rapeando* Escribo sin parar por lo que tengo en el pecho. No quiero decir que es despecho, pero lo pienso y no encuentro cómo nombrar esto que siento. */Rapeando.*

Las casas de jardines contiguos, pero separados por una barda con un tobogán, pasadizo secreto de los amores transocéanicos donde se intercambian las flores. Esas casas se caen también cuando los jardines se secan. En esta primavera tú no estás para regarlos. Adelgazas tanto en mi sueño que te conviertes en una mujer ligera que yo cargo.

Ah, ¡la ligereza! Qué leve es todo cuando en el telón de fondo aparece la pesadez de esta historia y su repetición interminable: eterno retorno a la Kundera. Qué leve es todo cuando ninguno muere por el otro. ¡Qué leve!

I don't mind if you don't mind...


II

Hay astros de los que no se tiene una hipótesis razonable de cuál es su origen. Es más: necesariamente no existe una hipótesis razonable de cuál es su origen. Y sin embargo, el hecho de que no se pueda hacer una hipótesis razonable del origen de un astro no implica que su trayectoria no pueda ser modificada o anticipada.
Amo tus ojos. Soy como el hijo de tus ojos. Como el hijo de tus ojos soy. Levántame, de entre tus pies levántame, recógeme, del suelo, de la sombra que pisas, del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños. Levántame...
Te levanto y me levanto con una liviandad nunca anticipada (de origen desconocido). La suavidad de tus labios que resisten, que no se desmoronan cuando el viento sopla. Esas seis cosas que te gustan de mí: esas seis cosas que no son seis. ¡Ven conmigo! Vamos a los pastos para darle espacio a otros objetos de origen desconocido.

Vamos a procurarnos primaveras con flores de canela, al ritmo de sus caderas. Vamos a construirnos esos caminos que se hacen al andarlos. Vamos dibujando trayectorias sin destinos que pasen por líneas punteadas de bromas y risas, que se enrollen en las venas de unos antebrazos marcados por tu tacto mientras duermo.

Aquí están mis primaveras: un árbol de certezos. Amo ver mis primaveras florecer. Amo(r) ver mis primaveras floreciendo.

Así, caigo del pico más alto de la montaña rusa. Vértigo, después ligereza. Y así, ligero, te digo que te quiero.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Basta

Una rosa no es todas las rosas, pero hoy este tulipán roto es todos los tulipanes, entonces todos los tulipanes están rotos.

Nada, no pasa nada. Nada es una palabra de cuatro letras que significa nada. Lluvia. Lluvia es una palabra de no sé cuántas letras que comparte etimología con llorar.

Llorar es una palabra que no pongo en acto. Llámame cobarde, si quieres. Yo lo llamé cobarde a él.

Quiero salir corriendo, pero no puedo correr. Quiero salir en mi bicicleta a recorrer las calles con velocidad, pero le tengo miedo a esa mismísima rapidez. Quiero no dormir solo pero sólo caigo en más lugares comunes.

Escucho música cuyas palabras no entiendo. Escucho música con letra en francés. La melancolía tiene lengua y es cualquiera que no entienda pero que me dé pistas, aunque sólo sean falsas o sean engaños.

Crezco entre los pastos tristes mojados en una tierra fértil para mucho pero quizá no para el cariño. ¿Crezco? ¿Hacia dónde crezco? ¿Hacia arriba? ¿Hacia abajo? ¿Hacia los lados? Creo que no crezco, y por más que me estire me contraigo.

Un abrazo. Todos los abrazos. No sé cómo despedirme de los otros. De él no tengo que despedirme. Las palabras ya corrieron como todo lo que no me corre por la cara y por los labios. Las palabras ya se agotaron. Ya se vaciaron. Ya se volvieron inoperantes.

Un abrazo. Todos los abrazos. No tengo la menor idea de qué hacer. Veremos si regreso esta noche después del paseo en bici. Uno nunca sabe...

Y entonces entra el maldito piano de una pista desconocida, que te parte en pedazos. Y resulta que sí conoces la pista y es otra canción en francés que no entiendes.

Te han dicho una y otra vez que no siempre se trata de entender algo. Pero ¡es que de verdad no lo entiendes! Pero si teníamos todo para que saliera bien y no salió bien, entonces no teníamos todo para que saliera bien.

Cada tecla que toca es como un pedazo de mi corazón que presiona. Tengo los dedos atravesándome, llenos de sangre. Estúpido piano. Maldito piano. ¡Cómo me deshace el piano! A mí que no me toca tanto, no deja de tocarme ahora.

Baja la mano. Como si mi cuerpo fuera un traje con un cierre que baja. Pero no hay cierre: sólo me desgarra. ¿Por qué me hago esto? ¿Por qué nos hacemos esto?

Yo no pedí esta mierda. Trágatela, pero no me la des a mí.

Yo no vivo buscándome problemas. No los quiero. Esta noche voy a atarme a unos nuevos, pero me desharé de otros, muchos.

¡Cuánto duele desatarse! ¡Cuánto duele atarse!

¡La maldita flauta!
 La maldita flauta que me perfora el pecho. La maldita flauta. Ne me quitte pas. Sea lo que sea.

Mis ojos se cierren. Que esto se cierre. Que esto se rompa. Que esto se acabe. Basta.