domingo, 24 de julio de 2016

Cambio de casa, cambio de cama

I
Estoy en el autobús, detenido por el semáforo rojo. Tardo en darme cuenta de que ese ritmo al que todo mi cuerpo se mueve espasmosamente no es el del latir, sino el del motor de un autobús que se acompasa ansioso a mí.

II
Estamos cruzando las vías del tren. No vemos que viene muy cerca. No sé si regresas por mí. Entonces, el tren va a aplastarnos.

III
El sol. Me despierto y tú te levantas de la cama para vestirte y cambiar de habitación.

El sol. Vuelves a la cama y me levanto a vestirme para cambiar de sitio.

IV
Si A lastima a B y entonces B lastima a A... ¿se puede decir que A es el único culpable del sufrimiento de A?

V
Vuelo a la cama por el frío de la noche. Me abrazas. Te aplasto. Me acaricias. Te presumo. Me rechazas. Te rechazo. Salgo de la cama por el frío de la noche.

VI
La pregunta es una herida que se abre, grande. Y la pregunta no es qué hacer justo ahora, sino tal cual qué hacer.

No quiero seguir viviendo con el frío. Por eso tomo este autobús que se acompasa, ansioso, a mí.

viernes, 22 de julio de 2016

Dice que no sabe

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe
 Te escribo ahora para volver a escribirte, aunque ahora no tenga idea de qué escribir. Que conste que aquí empiezo.