domingo, 29 de noviembre de 2015

Angustia

J'ai peur du ciel et de l'hiver
J'ai peur des fous et de la guerre
J'ai peur du temps qui passe, dis
Comment peut on vivre aujourd'hui
Dans la fureur et dans le bruit
Je ne sais pas, je ne sais plus, je suis perdu


[...]

Mais l'amour dont on m'a parlé
Cet amour que l'on m'a chanté
Ce sauveur de l'humanité
Je n'en vois pas la trace, dis
Comment peut on vivre sans lui ?
Sous quelle étoile, dans quel pays ?
Je n'y crois pas, je n'y crois plus, je suis perdu

Una busca una respuesta. La que sea, pero que sea o que sea no. Una se queda atorada en una dicotomía ansiosa: una pregunta acuciante, desquiciante. ¿Cuántos minutos han pasado? ¿Cuántos segundos van a pasar para que llegue una respuesta como sedante, aunque sea para estar un día en calma?

Parece que un amor romántico narcisista te lleva necesariamente por los vericuentos de un reflejo vergonzoso. Necesariamente en el sentido lógico: forzosamente. Reflejo vergonzoso: no cantar mal las rancheras. Hacer las mismas chingaderas, o chingaderas análogas, o chingaderas homólogas, o chingaderas, pues.

Hay una metáfora insoportable encerrada en la siguiente formulación: que uno no merece al otro. Que el amante y el amado cambian, rotan, sí, pero que este desequilibrio es insostenible. Que este desequilibrio es demasiado desequilibrado, y que esto sí que parece constante, estable. Hay cosas que no se piden sino que se dan o no, y si se piden, menos se darán Pero si uno insiste mucho en pedir algo, es porque siente que algo le falta.

Quizá lo sensato es ofrecer otra forma de amistad. Pero no sabemos ser amigos. Lo que sabemos es hacernos daño después de darnos cariño. ¡Eso no es muy amistoso! Quizá lo más sensato es no decirnos palabra por un rato. "Por un rato": la ilusión de un periodo tal que cuando termine todo estará bien. Pero si omitimos esa frase, estamos planteando la muerte hermenéutica: que sea dicha la última palabra. Ojalá que la dicha fuera lo dicho...

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